Serie: El Placer del Dolor
Cerámica en terracota modelada a mano. Esmalte rojo selenio y negro opaco.
15 × 24.5 × 13 cm
El Placer del Dolor se erige como una escultura visceral, donde la materia adquiere una presencia emocional más que formal. Parte de la serie homónima, esta obra condensa una tensión entre opuestos: lo áspero y lo fluido, lo opaco y lo brillante, lo eruptivo y lo controlado.
La pieza está compuesta enteramente en arcilla de terracota, modelada a mano con un gesto expresivo donde cada pliegue, cada rugosidad o superficie esmaltada, responde a una búsqueda de integración entre contrastes. El esmalte rojo brillante fluye entre las grietas y cavidades de una base oscura y terrosa cubierta por un negro opaco de textura volcánica.
Esta escultura no busca suavizar la experiencia material sino potenciarla. La obra se ofrece como un cuerpo fragmentado que pulsa entre lo trágico y lo vital, lo desgarrado y lo fértil. Así, el título – El Placer del Dolor – no remite sólo a una dualidad emocional, sino a una reflexión sobre el devenir de la forma, sobre el modo en que la materia siente, colapsa, resiste y se transforma.
En su escala contenida y vertical, la pieza se presenta como una suerte de tótem íntimo. Su energía formal reside en un desequilibrio apenas controlado, en la tensión entre lo amorfo y lo escultórico.
Propongo una poética del barro: una manera de pensar el cuerpo desde la materia, desde su temperatura, su herida, su urgencia. Una escultura que no representa, sino que encarna.
english
The Pleasure of Pain stands as a visceral sculpture, where matter acquires an emotional rather than formal presence. Part of the homonymous series, this work condenses a tension between opposites: the rough and the fluid, the opaque and the shiny, the eruptive and the controlled.
The piece is composed entirely of terracotta clay, hand-modeled with an expressive gesture in which every fold, every roughness or glazed surface responds to a search for integration between contrasts. Selenium red glaze flows through the cracks and cavities of a dark, earthy base covered by an opaque black with volcanic texture.
This sculpture does not seek to soften the material experience but rather to intensify it. The work is offered as a fragmented body that pulses between the tragic and the vital, the torn and the fertile. Thus, the title —The Pleasure of Pain— does not only refer to an emotional duality, but also to a reflection on the becoming of form, on the way matter feels, collapses, resists, and transforms.
In its contained and vertical scale, the piece presents itself as a kind of intimate totem. Its formal energy lies in a barely controlled imbalance, in the tension between the amorphous and the sculptural.
I propose a poetics of clay: a way of thinking the body through matter, through its temperature, its wound, its urgency. A sculpture that does not represent, but rather embodies.


