Tres volúmenes

Three volumes on the wall (triptych), 100 x 23,5 x 10.5 cm, ceramic sculpture, Oscar Barbery, 2020

Este tríptico cerámico constituye el punto de partida de una investigación escultórica centrada en las tensiones entre corporeidad, materia y configuración simbólica. Integrada por tres piezas adosadas al muro, modeladas manualmente en pasta blanca y carentes de esmalte, la obra despliega un repertorio morfológico ambiguo que oscila entre la evocación anatómica y la abstracción orgánica.

Las formas, suavemente pulidas, presentan un lenguaje formal que alude a fragmentos de un cuerpo en mutación: volúmenes protésicos, cavidades sugerentes y texturas mate componen una topografía sensible que elude cualquier taxonomía estable. Esta obra inicial inaugura una poética de lo informe y de lo transicional, donde el barro, como sustancia viva, deviene soporte para una reflexión sobre la plasticidad de la identidad corporal.

El tríptico no representa un cuerpo, sino que lo propone: lo ensaya como posibilidad, lo distorsiona como interrogación. En este gesto inaugural se condensan los ejes de una práctica que, desde lo material, interroga la construcción simbólica de la carne, su capacidad de devenir, de desbordar norma y forma. El cuerpo, aquí, no es figura sino campo de potencia

English

This ceramic triptych constitutes the point of origin of a sculptural inquiry centered on the tensions between corporeality, materiality, and symbolic articulation. Composed of three hand-modeled, wall-mounted elements in unglazed white clay, the piece unfolds a lexicon of ambiguous forms oscillating between anatomical suggestion and organic abstraction.

The polished surfaces reveal a morphology in flux—prosthetic volumes, evocative cavities, and matte textures compose a sensitive topography that resists any fixed taxonomy. This early work inaugurates a poetics of indeterminacy and transformation, where clay, as a vital and malleable substance, becomes the medium through which bodily identity is examined and destabilized.

The triptych does not depict the body; rather, it proposes it—testing its boundaries, stretching its meanings, and opening it to speculation. In this inaugural gesture reside the foundational concerns of a practice that interrogates the symbolic construction of flesh and its potential for becoming. Here, the body is not a figure, but a field of latent intensities.